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3R

Para seguir creciendo Para seguir creciendo no es la única opción “duplicar la matriz energética”, es posible reducir el consumo de cada uno de nosotros, reutilizando y reciclando tanto en nuestros hogares, como en nuestros lugares de trabajo y estudio, y de paso, ayudar al medioambiente. - Lo primero que hay que hacer, es tratar de consumir menos (luz, agua, teléfono, auto y productos innecesarios). Comprar sólo lo esencial, y mientras menos envasados los productos, mejor, así se produce menos basura. Esta idea se puede resumir en reducir. - Lo segundo, procurar consumir productos reutilizables, separando de los desechos las cosas que se puedan volver a usar como bolsas, cajas o botellas. Esto se asocia a la idea de reutilización. - Lo tercero, es categorizar la basura en a) papales y cartones b) plásticos y tetras c) restos orgánicos (de comida, frutas y verduras) y d) basura general. Las botellas de vidrio a lugares de reciclaje y las pilas y baterías a los depósitos especi

Words

Cuántas veces nos ha pasado que una canción en inglés que nos gustaba mucho cuando niños por su melodía, una vez adultos comprobamos que quizá las letras no tenían mucho sentido y peor, que no tenían nada ver con lo que imaginábamos. Sin duda que ejemplos de esto hay miles, sin embargo, quiero reparar en lo opuesto, en aquellas canciones cuyas letras en inglés lograron transmitir lo mismo o incluso más de lo que sus acordes y armonías provocaban en mi infancia. La invitación incomún es abrir el baúl de los pensamientos y buscar la letra de alguna canción, en inglés o en otra lengua, que te haya gustado demasiado y tratar de encontrar una traducción, probablemente te lleves más de una sorpresa. Acá una pequeña lista de sugerencias: Hotel California (Eagles), The Boxer (Simon and Garfunkel), The drugs don´t work (The Verve), Disco 2000 (Pulp), Ne me que quite pas (Jacques Brel), entre otras. Mi primer aporte: LAS PALABRAS NO ME VIENEN FÁCILMENTE (F. R. David) Las palabras no me vienen f

La estafa

Un cantor con aspecto de estudiante universitario se subió al bus que viaja desde Valparaíso a Viña del Mar diciendo que interpretará un par de temas de Roberto Carlos a capella. Con extraño asombro reparé en que lleva puestos unos audífonos, lo que me hizo pensar que está escuchando los temas que canta como pistas. Algunos de los usuarios de la locomoción miraban de reojo a este extraño joven artista que cantaba música que no es de su generación. Quizá todo era una estrategia de marketing para su beneficio económico, o tal vez no. Mientras cantaba el primer tema, que relata el amor de hombre a una mujer, reparaba en la letra de la canción, aún cuando su voz era agradable y armoniosa. El autobús seguía su ruta y el cantor hacía una pausa para anunciar la segunda canción. Probablemente más de uno de los pasajeros, al ver el raro aspecto del cantor, pensaron que se trataba de un estafador y sí que lo fue. El joven no terminó su segunda interpretación y se bajó abruptamente del vehículo,

El problema del ser

Sin duda que las etiquetas, entendidas como categorizadoras de la realidad, nos ayudan a diferenciar y poder elegir en este complejo mundo. Nadie discutiría tampoco el hecho de que somos seres humanos y nos diferenciamos de las otras especies del reino animal. El problema surge desde dos perspectivas, una relacionada con el ser y la otra con los lugares comunes. De las varias historias que recuerdo, que muestran esta problemática muy difícil de entender para unos, no tanto para otros, presentaré aquella que creo es más ejemplificadora. “Un campesino cubano trabajó desde que tenía uso de razón en las tierras, al igual que toda su familia y la gente de su pueblo. Como buenos cubanos todos sagradamente asistían cada fin de semana a divertirse y relajarse escuchando y bailando música en el único bar de esa zona. En este lugar se intercalaban canciones envasadas con interpretaciones en vivo de alguno de los parroquianos. Una noche, un forastero que pasaba de casualidad por el pueblo, re

Apariencias

Desde niños los cuentos, las películas, nuestros cercanos y lejanos nos invaden con historias donde el bien y el mal están permanente oposición y donde, generalmente, pierde el mal. Los personajes y la trama se alinean en torno al protagonista o al antagonista, donde casi siempre gana el primero. El problema ocurre en la vida real, donde no existen personajes sino personas con diferentes personalidades, experiencias, creencias, principios, religiones, filosofías, todos aspectos que nos complejizan, conflictúan y contradicen permanentemente, y por cierto, nos sitúan en un limbo en el cual nuestras decisiones, que para unos son libres y para otros predestinadas, nos afectan positiva o negativamente de acuerdo a las diversas situaciones que se nos presentan minuto a minuto. Para entender que las apariencias engañan, incluso las que proyectamos a los demás y a nosotros mismos, vendría bien atender alguna de las escasas obras que nos muestran lo engañoso: Crash de Paul Haggis, La flauta mág

Re-ver

Cuando nos exponemos a una situación en dos momentos diferentes, no siempre pensamos, sentimos o vemos lo mismo. Quizá en lo que reparamos en una ocasión en otra no se repite, pues nos enfocamos en algún aspecto no considerado anteriormente. Una respuesta más o menos obvia, sería que las situaciones nunca son las mismas. Ahora llevemos esto a las obras de arte, estoy pensando en libros, pinturas, esculturas, canciones, obras de teatro, películas, óperas, etc. Bueno, acá el asunto parece más claro, pues las obras no cambian, son las mismas: ¿cuántas veces hemos visto una película y hemos dicho “cómo no me había dado cuenta de esto”? o ¿qué tan seguido descubrimos algo nuevo en una canción muy escuchada? Alguna vez conversé esto con un concesionario de un café en Concepción, quien me dijo a propósito de que su café lo hallé más rico: “no amigo, el café es el mismo que tomaba hace un par de años, es usted el que ha cambiado”, sin duda que sus sabias palabras me hicieron pensar, y darle la

Estar aquí y allá

¿Quién no ha pensado alguna vez en estar en dos lugares al mismo tiempo? Claro, así además de estar escribiendo esto, podría estar disfrutando del generoso sol otoñal en alguna de las tantas playas del litoral central, pero para decepción mía y de quizá muchos de ustedes no se puede, al menos, lo he intentado y no lo he logrado. Recuerdo cuando nos juntábamos con amigos y acordábamos con los asistentes contarles al día siguiente a quienes no fueron que la junta estuvo espectacular con expresiones como “te la perdiste” o “difícil que pueda repetirse algo así”. La obvia cara de arrepentido del inasistente mientras escuchaba las risas intercaladas vislumbraba la autopromesa de no faltar a la próxima reunión y me aseguraba a no creer a mis amigos cuando dijeran que una fiesta o tertulia estuvo “inolvidable”. Desde hace unos años me he movido entre dos lugares, más específicamente entre las ciudades de Concepción y Valparaíso, y como es de esperarse han sido muchas las veces que estando en